dimarts, 3 d’abril del 2018

Bancos para sentarse mientras pasa el tiempo

Y de vez en cuando... un banco, un banco que nos invita a pensar y también a dejar de pensar, que nos invita a estar aquí, sencillamente, a ser por un momento, a formar parte del momento, a estar aquí sentada, a estar allá en la línea del horizonte. A volver por un instante a estar consigo mismo (consiga misma), en distintas épocas a la vez de nuestra vida, concéntricas, a estar con algunas personas, sin interferencias de vida y muerte, sin palabras. A sentir paz, a sentir la vida...

Colera, camino de ronda, 30 de marzo '18, Muriel

Llançà, camino de ronda, 30 de marzo '18, Muriel

Tuve en las manos el libro recién publicado de Hubert Reeves, astrofísico tan humano, tan presente en el momento (co-autor de La historia más bella del mundo y autor de varios libros, entre los cuales Paciencia en el azul del cielo Malicorne, reflexiones de un observador de la naturaleza...), un libro que en francés, me parece que todavía no está traducido al castellano, lleva un título bonito: Le banc du temps qui passe, subtítulo Méditations cosmiques (El banco del tiempo que pasa, Meditaciones cósmicas). Era a finales de octubre, un amigo se lo acababa de traer a mi hermano Arnaud que pocos días después pasaría a sentarse en un banco, allá, por el otro lado de la vida, el banco del tiempo eterno. No lo he leído, sólo hojeado, lo remediaré... pronto... un día de estos

Una real  invitación a sentarse y leer,
photo oct. '17, Muriel

... y la contraportada, oct. '17, Muriel, Tulle

En los bancos de Colera y Llançà que miran el Mediterráneo, estuve sin pensar y con Arnaud, con Isabel, con Marie-Annick... y conmigo misma, en el tiempo que pasa... en un homenaje de corazón.

Hasta pronto, à bientôt, até logo... Muriel

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